domingo, 3 de julio de 2016

3. Violencia religiosa en las familias

El evangelista y Senador Charles Schultz participó en marzo de 2009 en un debate de la Comisión Cuarta de la corporación en mención, en el que reveló que el 18% de la violencia en Colombia está protagonizada por los sectores armados, mientras que el 82% restante de esa violencia se presenta en las familias, sin distinción de procedencia, condición o estrato socio económico.

 Cabe resaltar que el hecho religioso en las familias colombianas era, en el pasado, un elemento de cohesión, pero desde hace más de tres décadas muchas familias son multinacionales, y debido a que ninguna tradición de fe ha establecido una pastoral interreligiosa para las familias, hasta la fecha se tienen decenas de miles de casos en los que las diferencias de fe han suscitado hechos de violencia intrafamiliar.

La experiencia de la sana conversión a otra experiencia de fe es brutalmente satanizada y condenada en el ámbito familiar, se le señala como “traición a la familia” y los líderes religiosos agravan la situación señalando esta nueva opción de fe como “apostasía” o “herejía”, haciendo caer sobre el cuestionado toda clase de sanciones y despreciativos públicos o privados.

 Para las familias colombianas ha sido demasiado difícil convivir en la diversidad porque los presupuestos heredados de las generaciones anteriores no permiten que ninguno de sus miembros contemple la posibilidad de creer o rezar diferente al resto de la familia.

Se presenta, por tanto, represión violenta contra las expresiones de fe contrarias (represiones que, por la naturaleza misma de la violencia intrafamiliar, son diversas y abundantes, sean de palabra o de obra, de acción u omisión).

Muchas veces los miembros se presionan entre sí para imponer cada quien el credo que profesan como religión oficial de la familia. En algunos casos el miembro que profesa un credo diferente es expulsado del núcleo familiar.

En otros casos las autoridades familiares recurren a los servicios de “des-programadores de sectas” que someten a la persona en cuestión a toda clase de abusos y agresiones verbales y físicas. En otros casos extremos los mismos familiares secuestran al “hereje” al interior de sus propias casas..

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