El evangelista y Senador Charles Schultz participó
en marzo de 2009 en un debate de la Comisión
Cuarta de la corporación en mención, en el que reveló
que el 18% de la violencia en Colombia está
protagonizada por los sectores armados, mientras
que el 82% restante de esa violencia se presenta en
las familias, sin distinción de procedencia, condición
o estrato socio económico.
Cabe resaltar que el hecho religioso en las familias
colombianas era, en el pasado, un elemento de cohesión,
pero desde hace más de tres décadas muchas
familias son multinacionales, y debido a que
ninguna tradición de fe ha establecido una pastoral
interreligiosa para las familias, hasta la fecha se tienen decenas de miles de casos en los que las diferencias
de fe han suscitado hechos de violencia intrafamiliar.
La experiencia de la sana conversión a
otra experiencia de fe es brutalmente satanizada y
condenada en el ámbito familiar, se le señala como
“traición a la familia” y los líderes religiosos agravan
la situación señalando esta nueva opción de fe
como “apostasía” o “herejía”, haciendo caer sobre el
cuestionado toda clase de sanciones y despreciativos
públicos o privados.
Para las familias colombianas ha sido demasiado
difícil convivir en la diversidad porque los presupuestos
heredados de las generaciones anteriores no
permiten que ninguno de sus miembros contemple
la posibilidad de creer o rezar diferente al resto de
la familia.
Se presenta, por tanto, represión violenta
contra las expresiones de fe contrarias (represiones
que, por la naturaleza misma de la violencia intrafamiliar,
son diversas y abundantes, sean de palabra
o de obra, de acción u omisión).
Muchas veces los
miembros se presionan entre sí para imponer cada
quien el credo que profesan como religión oficial de
la familia.
En algunos casos el miembro que profesa un credo
diferente es expulsado del núcleo familiar.
En otros
casos las autoridades familiares recurren a los servicios
de “des-programadores de sectas” que someten a
la persona en cuestión a toda clase de abusos y agresiones
verbales y físicas. En otros casos extremos los
mismos familiares secuestran al “hereje” al interior
de sus propias casas..
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