lunes, 4 de julio de 2016

4. El conflicto religioso en el ámbito educativo

En Colombia el locus educativo ha sido escenario de todo tipo de violencia, pero jamás se menciona la violencia religiosa que tanto estudiantes como maestros sufren.

Un primer factor para que se presente esta situación es la absoluta incompetencia de los docentes responsables de la Educación Religiosa Escolar; hay dos razones para que los docentes de esta asignatura acaben convirtiéndose en gestores del conflicto religioso en sus aulas de clase: 1) son docentes que están anclados a una visión de religión fundamentada en la tradición, los manuales de casuística y sentimientos de oposición a la diversidad de culto,

2) no poseen la idoneidad legal para enseñar Educación Religiosa (en muchos colegios se nombra como profesores de Religión a docentes que no son Licenciados en Teología o Ciencias Religiosas, transgrediendo así lo estipulado en el Decreto 4.500 de 2006, artículo 6).

De otro lado los docentes de Educación Religiosa no han sabido abordar a una población estudiantil que profesa una creencia religiosa diferente de la de sus padres; muchos estudiantes que se confiesan abiertamente ateos, agnósticos o de otra tradición de fe, son matriculados en colegios confesionales porque sus padres esperan que el plantel transmita a los menores las bases doctrinales que dé continuidad al credo oficial de la familia.

 El segundo factor que alimenta el conflicto religioso en los colegios es la frágil tolerancia a la diversidad; hay que recordar que la sociedad colombiana no ha sido educada desde la escuela para convivir en ambientes de pluralismo étnico, subcultura, religioso e incluso, en la diversidad de preferencia sexo-afectiva.

El fundamentalmente religioso es, pues, llevado al aula de clases tanto por maestros como por los mismos estudiantes que no aceptan lo diverso.

Así pues, son ellos mismos quienes someten al otro-diferente a toda clase de des calificativos, burlas, agresiones verbales o físicas en ocasiones… … y todo esto ocurre con el beneplácito de las autoridades escolares o universitarias que se refugian en la autonomía de profesión de fe bajo la frase “este es un colegio o universidad que profesa esta religión y todos tienen que someterse a nuestras reglas, a quien no le guste, ¡pues que se vaya!”.

 Así pues, se obliga a los estudiantes so pena de sanciones a participar o estar presentes en las ceremonias religiosas opuestas a sus creencias con el pretexto de preservar “el orden y la disciplina en la formación general del colegio”.

 En ocasiones los docentes que no profesan el mismo credo de las directivas o que defienden la diversidad religiosa escolar conforme la ley, son despedidos, violándolas así, además de la libertad de culto, el derecho al trabajo y la libertad de cátedra, de enseñanza y de investigación constitucionales.

El tercer factor que agrava el conflicto religioso escolar es la petrifican de los currículos de Educación Religiosa, que por haber sido diseñados por peritos de una sola tradición de fe y basados en viejos manuales de casuística, ya no responden a los desafíos de una generación multiconfesional o que se confiesa atea, a un mundo globalizado e interreligioso, a una época de la historia en la que el fundamentalmente religioso, tanto espontáneo como estructurado, está tanto manifiesto como cuestionado.

Estos tres factores generan en la sociedad, inevitablemente, una cultura de intolerancia..

No hay comentarios.:

Publicar un comentario