Su carrera arrancó tarde. tenía treinta y tantos cuando consiguió su primer papel importante en televisión. Hoy, a nadie le extraña que el señor Freeman figure entre los grandes de Hollywood; sin embargo, allá por los 50 era impensable que un afroamericano pudiese ser la estrella en una película o que fuera a la universidad. Este 2012 se cumplen 50 años desde que un estudiante de raza negra, James Meredith, logró matricularse en la Universidad de Misisipi. Aunque el gobernador segregacionista Ross Barnett se opuso y promovió manifestaciones que requirieron la intervención del Ejército, su ingreso marcó un hito en la historia de los derechos civiles en Estados Unidos. De todo ello charlamos con Freeman, a quien acaban de otorgar el Globo honorífico por toda su carrera.
Morgan Freeman. Por favor, no me llame `afroamericano´, soy americano.
Para usted, ¿no hay diferencia?
M.F. En América, a los negros les resulta muy fácil culpar de todo a los blancos. Pero en la vida casi todo depende de ti mismo. Estados Unidos sigue celebrando el Mes de la Historia Negra. ¡Qué estupidez! No hay una historia negra, solo existe la historia de Norteamérica.
¿Siempre pensó así?
M.F. No, tuve que aprenderlo. En Misisipi, donde crecí, teníamos dos reglas: los blancos son malos porque odian a los negros, y los negros son malos porque son unos inútiles.
¿Cuándo se dio cuenta de que eso no era cierto?
M.F. En el colegio. Tenía 9 años cuando me subí por primera vez a un escenario, y a los 12 gané un concurso como mejor actor joven de Misisipi.
M.F. En el colegio. Tenía 9 años cuando me subí por primera vez a un escenario, y a los 12 gané un concurso como mejor actor joven de Misisipi.
¿Cuándo ocurrió aquello? ¿En 1949 aproximadamente?
M.F. Exacto.
Entonces seguía en vigor el «separados, pero iguales»; las razas vivían separadas. Aquel premio significaba en realidad que usted era el mejor actor negro, ¿no es así?
M.F. Si lo quiere ver así, sí. Pero por aquel entonces vivían en Misisipi muchos más negros que blancos. Es decir, tuve una competencia muy numerosa. Muchos de nosotros éramos descendientes de esclavos.
¿Usted también?
M.F. Solo he podido reconstruir mi árbol genealógico hasta la madre de mi tatarabuela. Era esclava en Virginia. De aquella época viene también mi apellido [Freeman, `hombre libre´], muchos esclavos liberados lo adoptaron. Es probable que algún funcionario les preguntara: «¿Cómo te llamas?». «Tom». «¿Y qué más?». «Solo Tom». «Vale, pues a partir de ahora te llamas Tom Freeman».
Usted nació en 1937 en el seno de una familia pobre de un estado sureño... ¿Cómo fue su infancia?
M.F. No éramos de los más pobres porque mi madre era maestra, pero no siempre teníamos para comer.
. En aquellos años se producían de vez en cuando linchamientos de negros en Misisipi. ¿Tenía miedo?
M.F. Siempre había una extraña tensión en el ambiente. A veces oíamos que habían quemado una tienda o que le habían dado una paliza a alguien, o que el Ku Klux Klan volvía a la carga. Los adultos sí que pasaban miedo, pero los niños no nos enterábamos de lo que pasaba.
¿Tenía amigos blancos?
M.F. No. Solamente entré en contacto con niños blancos más tarde, cuando nos mudamos a Chicago
.
. A finales de los 40, millones de familias negras se fueron al norte con la esperanza de recibir un trato mejor.
M.F. Mi padre quería trabajar de peluquero en Chicago. Pero bebía, y aquello desgarró a nuestra familia. Vivíamos en el South Side, conocí a un montón de tipos peligrosos... y estuve muy cerca de tomar el camino equivocado.
. ¿Cuándo tuvo claro que lo discriminaban?
M.F. En el instituto, a los 14 o 15 años, de repente pasaban cosas que no podías explicarte, que eran injustas.
¿Cuál es su peor recuerdo?
M.F. No necesariamente el racismo diario, me preocupaba más la situación de nuestra familia. Odio las Navidades porque en aquellos años siempre eran tristes. No había regalos, a veces ni comida. Sigo sin celebrar la Navidad.
. ¿Era buen alumno en la escuela?
M.F. Tuve que repetir séptimo curso porque nos mudábamos a menudo de casa. Pero luego fui uno de los mejores de mi clase.
. ¿Profesores negros, escuela negra?
M.F. Me gradué en 1955. El Tribunal Supremo había abolido un año antes la separación por razas. Nuestro mundo se puso patas arriba. De un día para otro podíamos beber en las mismas fuentes que los blancos, ir a los mismos restaurantes y usar los mismos baños.
. ¿Hasta aquel momento tenía que viajar en los asientos traseros del autobús?
M.F. Por supuesto.
. En 1955, Rosa Parks se negó a levantarse de su asiento en un autobús y provocó un escándalo nacional que impulsó el Movimiento por los Derechos Civiles en torno a Martin Luther King. ¿Cómo percibió aquello?
M.F. No me limité a asistir pasivamente, también actué en consecuencia. Después de que Rosa Parks diese el primer paso, todos empezamos a sentarnos donde queríamos.
. ¿Cuándo supo que quería ser actor?
M.F. A los 13 años actué en una función escolar y enseguida quise interpretar papeles protagonistas. Era buen alumno y, tras mi graduación, me ofrecieron becas para continuar estudiando, pero solo en escuelas provinciales. Por eso decidí que mi futuro estaría en Hollywood.
. Todas las estrellas de cine eran blancas. ¿Cómo se le ocurrió que en Hollywood podría haber sitio para usted?
M.F. Sidney Poitier y Harry Belafonte rodaron sus primeras películas en los años 50. Pensaba que si Sidney Poitier podía, yo también. Pero antes tuve que tomar un camino muy diferente: me alisté en el Ejército, al igual que muchos hombres sin dinero en los años 50. Fui a las Fuerzas Aéreas.
¿Había guerra en ese momento?
M.F. No, la guerra de Corea ya había terminado. Yo quería volar, pero no me dejaron. No sé cómo, pero al final acabé en radares. Aquello no era para mí y no tardé en irme... y a finales del 59 vine a Hollywood.
. A menudo se oye decir eso de «Me voy a Hollywood», pero no es tan sencillo. ¿Dónde pasó la primera noche?
M.F. Había ahorrado dinero y alquilé un apartamento.
. ¿Dónde?
M.F. Lejos de Hollywood. No tenía coche, tampoco había autobuses; así que no conseguí trabajo. A pesar de todo, me inscribí en el sindicato negro de actores. Tampoco me sirvió de nada. Al poco tiempo, me quedé sin dinero. Pasé hambre.
¿Qué hacía para sobrevivir?
M.F. De vez en cuando comía algo de arroz.
. ¿Cuál fue su primer trabajo?
M.F. Repartir correo. Al cabo de siete meses pude comprarme un coche; en Los Ángeles no eres nadie sin uno. No puedes ir a fiestas, no consigues trabajos ni sexo. Fue el destino: ese empleo me ayudó a despegar.
¿Cómo fue?
M.F. Conocí a gente que me puso en contacto con una escuela de interpretación que admitía a negros. Aprendí a moverme, a hablar, ¡incluso fui a clases de francés!
¿Qué sucedió después?
M.F. Me fui a Nueva York... una pérdida de tiempo. No conseguí nada. Cinco meses después aterricé en San Francisco, donde me metí en un teatro amateur. Me encargaba del mantenimiento y, a veces, me dejaban actuar. Una vez, me pidieron que interpretara a un indio que salía ondeando la bandera americana. Me negué y me echaron.
Tenía usted su orgullo...
M.F. Demasiada autoestima. Una semana más tarde empecé a trabajar de cartero, ahorré unos cuantos dólares y me trasladé otra vez a Nueva York. Me pasé cuatro años lavando coches.
. No se puede decir que su carrera hubiese arrancado... Por otro lado, en 1964 pudo votar por primera vez.
M.F. La situación de los negros había mejorado. Las nuevas leyes de derechos civiles del 64 supusieron la victoria definitiva del movimiento de Martin Luther King... y también sacudieron a la industria del cine; los actores negros, por fin, empezaron a tener oportunidades. Pero todavía tuvieron que pasar 20 años para llegar a ser una estrella de cine.
. ¿Hubo un momento decisivo para su carrera?
M.F. En 1966 tenía un empleo temporal en una agencia de viajes y me llevaba muy bien con la jefa. Estaba harto de mi vida de actor sin éxito y le pregunté si podía incorporarme definitivamente a la empresa. Se negó. Pensé que era por mi color de piel, pero en realidad temía que la dejara colgada en cuanto me ofrecieran un papel. Si hubiese aceptado mi proposición, habría seguido vendiendo viajes hasta hoy.
. ¿Y cuándo dejó a la jefa en la estacada?
M.F. Poco después. Hice una obra sobre el Movimiento por los Derechos Civiles y fue un éxito. Luego vino un programa de televisión y aparecí en 780 episodios. Eran los años 70 y por primera vez no tenía problemas económicos.
Pero sí problemas con el alcohol.
M.F. Los debí de heredar de mi padre, que murió de cirrosis a los 47 años. No era un borracho, pero después de despertarme un par de veces en mitad de la calle decidí darle un cambio a mi vida.
. Y a partir de los años 80 cambian las cosas.
M.F. Sí, la situación de los negros había cambiado. Eddie Murphy, Michael Jackson, Magic Johnson, Bill Cosby... ¡La clase media blanca adoraba a las estrellas negras!
. Hoy figura usted en esa misma lista. A veces parece que usted siempre interpreta a Nelson Mandela o a Dios.
M.F. La culpa es de mis ojos. Transmiten la sensación de que soy sabio y bondadoso... ya me pasaba con 20 años.
. ¿Tiene algún sueño por cumplir?
M.F. No, se han cumplido ya. Y vuelvo a vivir en Misisipi, me da fuerzas vivir en casa. Cuando eres rico y famoso, es muy saludable recordar de dónde vienes.
Privadísimo
De pequeño se pagaba la entrada de un cine matinal vendiendo botellas vacías. Hoy colecciona monedas de oro.üü Padre de 4 hijos de 3 mujeres diferentes, le apasiona pilotar aviones, jugar al golf, la equitación y navegar.üü Adora su profesión «Hasta que muera, espero seguir trabajando» y no le gustan los remakes «No tiene sentido hacer lo que otros hicieron antes», afirma.